Todos hemos escuchado alguna vez la descripción de Karma o el concepto que recae sobre esa palabra, pero no todos hemos escuchado hablar del Dharma, pues yo vine a conocerla hace un par de años y sin duda amplió mi visión de la vida y me llevo a cuestionar sobre mis acciones, aquello único que realmente podemos controlar.
Así como el Karma es una causa y efecto, el Dharma vendría siendo lo que definimos como el propósito de vida, eso que nos gusta y sabemos hacer, eso que se nos da natural; eso que cuando lo hacemos provoca algo en un otro, deja una huella, porque es algo que viene de nuestro talento y, por tanto, algo de nuestro interior y que puede que no sea nuevo, pero sí siempre será distinto, por el solo hecho de venir de ti.
Sería maravilloso que todos pudiésemos hacer lo que nos gusta, que todos pudiésemos entregar al mundo nuestra chispa. Pues creo que si eso pasará, habría mucha más felicidad, habría más equilibrio enérgico, por estar retribuyendo a la comunidad algo genuinamente tuyo.
Sin duda, practicar nuestro dharma nos acercaría más a nuestra esencia y, por tanto, nos alejaría de aquello que nos perturba.
Por eso, menos drama y más dharma. Regalémosle al universo un pedacito nuestro a través de practicar nuestro Dharma